El Titanic y la caja de costura
En el rincón de la abuela había una vieja cajonera, una de
esas que se usaban antiguamente para tener la ropa de los bebes. Era muy
parecido a esos muebles que ahora se encuentran en las tiendas de accesorios
para el bebe, con tres cajones y una tapa
que es donde esta la bañerita. Probablemente allí no hubo nunca una
bañera pero si se que era lo que se llamaba un mueble de recién nacido. También
se que se lo construyeron cuando nació mi padre.
En ese cajonero mi abuela Ángela guardaba las cosas de
costura. Sus hilos, las lanas para tejer, la cajita con los botones, los
pedacitos de tela que guardaba para hacer reparaciones en nuestros pantalones…
Pero en el cajón de más abajo, en un rincón había varias
cosas que creo que ella quería tener siempre cerca. Recuerdos de su boda,
algunas fotografías y un par de cartas.
Esas cartas me llamaron siempre la atención, primero porque tenían
unos sellos muy diferentes de los que yo estaba acostumbrada a ver, con la cara
de Paquito.
Yo sabía que a mi abuela no le gustaba que curiosease en ese
cajón, pero la curiosidad pudo más. Mi madre me pilló mirando las fotos, unas
fotos antiguas de esas con cartón detrás y me dijo que esas cartas y esas fotos
eran recuerdos de la familia de mi abuela. Y que esa señora tan emperifollada
era la tía de mi abuela y que era una superviviente del Titanic.
Yo no sabia que era eso del Titanic y cuando me lo contaron,
con mis seis o siete añitos imaginé que era una especie de hecatombe, un
Apocalipsis como esos que nombraba el catecismo que mis compañeras estudiaban
un ratito cada día.
Cuando crecí me interesé por esa historia y nunca más pude
desligar el Titanic de la caja de costura de mi abuela.
Hace unos meses mis padres me trajeron esa vieja foto junto
con las cartas y con ellas volvió nítido el recuerdo.
Ella se llamaba Florentina Duran y Moré y el Julià Padró Manent y corria
el año 1947